REPLANTÉATE LA PLANTACIÓN
Si bien es cierto que buena
parte de la masa forestal y boscosa de la isla es fruto de las plantaciones que
fueron acontecidas hace aproximadamente medio siglo, el escenario que tenemos
actualmente dista mucho de aquella realidad. Principalmente porque entonces una
buena parte de la isla estaba prácticamente “pelada” por lo que necesitaba
aporte de semillas y plantas. Además, y muy importante, las formas y técnicas
de plantación afectaban mucho menos al medio ambiente de lo que lo hacen las
actuales.
Avanzando un poco más en el
tiempo, pongámonos en los últimos 20 años, encontramos otro tipo de
plantaciones. “Reforestar” la isla se pone de moda y queda bien de cara a la
galería, importando más el número de árboles que el éxito de la plantación. Por
ello, la inmensa mayoría resultan un fracaso, pues son fruto de acciones mal
organizadas, sin visión a largo plazo, tales como las que hoy día vivimos.
“Reforestar” la isla se pone de moda y queda bien de cara a la galería, importando más el número de árboles que el éxito de la plantación.
Son numerosos, muy numerosos,
los lugares - Inagua, Tirma, Vigaroe, Bco. de La Virgen, Chirimique… - en los
que nos encontramos aún hoy sus restos - plantas muertas, protectores y balsas
plásticas para riego abandonadas... - . Y como saben, muchos de estos lugares
tienen un alto valor natural, que han dado lugar a sus respectivas figuras
de protección, las que dicen
protegerlos. Sin embargo, ahí están, abandonadas y contaminando estos valiosos
espacios.
¿Queremos seguir haciéndolo así de mal?
¿Queremos seguir haciéndolo así de mal?
Es importante entender que
las acciones de voluntariado ambiental son como todo, están bien si se
organizan de la forma correcta, pero me temo que nos estamos dejar llevar más
por los sentimientos que por la razón. Que una cosa es hacer acciones de
voluntariado y otra, muy distinta, es que sean la principal y prácticamente
única forma de actuar.
Ahora mismo parece habérsele
otorgado (o se lo han auto-otorgado) la función de “reverdecer” la isla a
organizaciones formadas por voluntarios. Aún siendo muy respetable y admirable
la muestra de generosidad, esto no es una forma seria de tratar uno de los
lugares con mayor riqueza botánica del mundo y, en muchos casos, signo de
identidad de los grancanarios. Realmente sería mucho más productivo y serio si
canalizáramos esa preocupación hacía los verdaderos gestores del territorio y
le exigiéramos planes y personal cualificado para realizar las labores
pertinentes. No sólo para actuar tras un incendio sino para una gestión
integral de los montes, que tanta falta les hace.
Es un daño tremendo para la
evolución natural de un espacio afectado por un incendio que un grupo de
personas, sin conocimientos ni experiencia, se meta a plantar. Ahí, con sus
pisadas están cortando (matando) el ciclo natural de una semilla que acaba de
germinar - quizás un endemismo en peligro que llevaba esperando su momento
mucho tiempo – o compactamos la tierra y no permitimos la salida de las
primeras hierbas, vitales para proteger y formar suelo (mucho más que los
árboles).
Es un daño tremendo para la evolución natural de un espacio afectado por un incendio que un grupo de personas, sin conocimientos ni experiencia,
se meta a plantar.
La flora, en general, y la
canaria, en particular, tiene técnicas de supervivencia para sobrevivir ante un
incendio y, no siendo casos excepcionales, las plantas llegarán y el bosque se
formará sin apenas interferir en ellos, sólo hay que ser pacientes. No hay más
que asomarse por la zona afectada para ver cómo la vida se abre paso.
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Hay zonas afectadas por el
incendio que si que necesitan ayuda, apoyo de toda la población. Se trata de
las zonas habitadas. En ellas se encuentran las personas que día a día
desarrollan su vida en una zona de la isla de Gran Canaria con alto valor
natural, y cuya presencia es clave en su mantenimiento y recuperación.
Debemos reconocer y apoyar las zonas habitadas, donde se encuentran las personas que día a día desarrollan su vida en una zona de la isla de Gran Canaria con alto valor natural, y cuya presencia es clave en su mantenimiento y recuperación.
Estas zonas hay que
visitarlas, aprender sobre ellas, consumir sus productos y servicios, conocer a
sus gentes, seguro que nos ayudará a comprender mejor este territorio, que
también es de todos. Descubrir que la cumbre de Gran Canaria es diferente cada
día del año y vivirla en primera persona es como mejor la podremos entender,
cuidar, proteger y sobre todo ayudar en su recuperación.
Aún así, si deciden
participar en una acción de voluntariado ambiental, les invitamos a ser
exigentes y corresponsables de los efectos de dicha acción, por ejemplo,
solicitando la siguiente información a la entidad organizadora:
- Estudio previo que determine que se debe actuar de dicha forma en ese lugar.
- Plan de acción de plantación (número y tipo de especies a plantar, personas voluntarias y personal que intervienen, huella de carbono…) debidamente justificado.
- Plan a largo plazo (mantenimiento, estudio de la evolución, retirada de protectores…)
Luis Navarro Espino, Graduado universitario en Ciencias Ambientales y residente en Tejeda.
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